No hay nada que nos haga querer seguir con algo que el hecho de que nos guste lo que hacemos. ¿A qué nos resulta más sencillo aprender cuando es divertido lo que experimentamos? ¿Y no es cierto que pasa el tiempo más rápido cuando practicamos una afición que nos da placer que cuando nos sentamos varias horas a estudiar? Pues a los niños les pasa lo mismo cuando juegan. Y atreviéndonos mucho, creemos que cada día se les permite menos disfrutan y nos obcecamos demasiado con mantenerlos sobre estimulados intentado que absorban el máximo de conocimiento posible.